Música adecuada

La música en las fiestas es fundamental (claro eso todos lo saben) pero es la fundamental si se sabe usar. Me he topado con tremendos fracasos (la gente se va muy temprano) por la música, es decir, la obstinación del anfitrión o algún “conocedor” de hacer oír lo que consideran mejor en el momento aburre y deja la opción de buscar otro cotorreo.

Es una conclusión fácil, es decir, todos lo sabemos de alguna manera, no es tanto si te gusta tal o cual música, sino que a los invitados les complazca. Por ejemplo en una fiesta la anfitriona tenía un disco de Ska (nada más) así es que la gente empezaba a respingar. Conecté mi ipod con una lista de reproducción que dice “la música que nunca escucho” y los asistentes a la pachanga empezaron a pedir rolas, bailar y cantar "estos pelos me hacen daño ¡me enloquecen!".

En otra fiesta no era mi música, sino la de una chica que prestó su ipod. Hubo un momento en que Bob Marley monopolizó la escena musical y ya empezaba a ser muy denso el asunto. Con la festejada fui a la zona dónde estaba el aparato y la dueña se acercó mientras estábamos de fisgones y nos dijo “disculpen la banda” a lo que contesté “no te apures, además es tu ipod tu sabrás que le agregas”. Al final esa banda por la cual pedía disculpas, sonó para beneplácito de la mayoría.

En lo particular, me gusta programar música, me gusta de verdad lo disfruto. Y por ello trato de programar música para todos (muy difícil en ocasiones). De eso se trata, disfrutar y que los demás disfruten.

Pero para los que se les hace difícil que en su fiesta en vez de Mozart mezclado con Lois Amostrong esté el “Za za za”, Los horóscopos de Durango, Los ángeles azules y culminé con Paquita la del Barrio en un mar etílico; acepten su lado oscuro y griten “¡me estás oyendo inútil!”.