jueves, 6 de noviembre de 2008

La boda y mi prima

Mi prima se casó, así de simple. Se casó hace dos semanas y puedo ser muy sincero cuando digo que fue un impacto en mi vida.

Cuando me invitaron, por allá en el lejano septiembre, no dije nada y mi vida transcurrió sin novedad alguna. Quizás mi indiferencia era encaminada por la distancia y falta de convivencia.

Ella es la más pequeña de mis primas paternas, una niña con cara de angelito, callada, pero sonriente en la mayoría de las ocasiones. Casi no hablábamos, de hecho pasaba desapercibida por la diferencia de edades y porque no se asemejaba con mi tipo de cotorreo.

De lo que me acuerdo, dentro de todas las estupideces que hice con mis primos, es que en una guerra de almohadazos, le dí un golpe certero que empujó su cabecita a una pared dando un estruendoso ¡PUCK! Mi prima lloró amargamente y mientras trataba de consolar su llanto con un “perdona, era para fulanito”. Al final no pasó nada, digo, no fue más allá del cuarto en el que nos rompíamos la madre.

Fuera de ese paréntesis de posible violencia doméstica, llegué a la boda un poco renuente o apático, las bodas no son de mi agrado, pero asistí por solidaridad familiar. Llegamos temprano, nos sentamos en aquella terraza esperando la ceremonia.

Inicia la ceremonia, !Carajo¡, cuando vi a mi prima (la más guapa de todas) me quedé con cara de idiota, es ella la que lloraba por el golpazo, ella, la más pequeña de mis primas paternas, la niñita sonriente de los ojotes azules, ella está presentándose en el ritual matrimonial.

No pude dejar la reflexión, me conmovió verla, me conmovió ver que se casaba con un completo desconocido, es algo indudablemente emotivo y alentador. A pesar de no convivir mucho con ella, a pesar de no verla desde hace mucho tiempo, me vi feliz porque era feliz, porque estaba haciendo algo trascendente en su vida; un paso enorme a pesar de su corta edad.

Me acerqué y la felicité, me dice mi nombre con una sonrisa enorme y le contestó “¡muchas felicidades!” no supe que más decir, digamos que mis palabras se congelaron en una concreta frase trillada. Pero, cundo me despedí, le dije “quiero que sepas, cuenta conmigo para lo que sea, siempre estaré para ayudarte”.

Reitero mi felicitación, prima: a pesar de que no te veo y que prácticamente no convivimos, te quiero un chingo y espero que seas feliz.

3 comentarios:

Daphne dijo...

es lindo querer tanto a alguien a pesar de no verlo seguido...

creo que es más especial de lo normal

saludos

NAIR dijo...

pobre tu prima, pensá que ella tambien debe tener el unico recuerdo tuyo dandole un golpe con una almohada, pero ahora ya tiene otro mas lindo, el de tu presencia en el casamiento.
QUE SUERTE QUE VOLVISTES!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

para comenzar, la foto de tu portada esta buenisima. "muchas felicidades", eso es lo que siempre digo cuando no tengo que decir, el matrimonio no me cuadra mucho, pero ir a verlos es sensacional, al menos si vez feliz a alguien.
saludos